Hoy, 27 de noviembre de 2015, la Familia Vicenciana está de fiesta. Este es uno de esos días que está anotado y subrayado con gozo en el calendario de todas las personas que, de alguna manera, forman la Familia Vicenciana o están relacionadas con ella. Porque se trata de una efeméride muy querida y venerada: la fiesta de Nuestra Señora Inmaculada de la Medalla Milagrosa o, dicho más popularmente, la fiesta de la Milagrosa.
Aquel 27 de noviembre del año 1830, la Virgen María se manifestó a una humilde, sencilla y servidora Hija de la Caridad llamada Catalina Labouré, y le mandó acuñar una Medalla. Esta Medalla, que ha dado la vuelta al mundo, es una síntesis, en el anverso y en el reverso, de la Historia de la Salvación. Además, constituye un impulso de esperanza y un compromiso de caridad y misericordia. No en vano, esta Medalla Milagrosa ha sido bautizada como el “catecismo de los pobres y humildes”.
En Parroquias, Colegios, Residencias, Centros... se han celebrado, durante estos días y con toda solemnidad y concurrencia, triduos y novenas en honor de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Es una costumbre muy arraigada y muy viva en la devoción del pueblo sencillo. Porque, en definitiva, se trata de hacer presente a nuestra Madre desde el corazón y desde el cariño más entrañable.
La foto que acompaña esta noticia pertenece al altar mayor de la Capilla de las Apariciones de la Virgen a Santa Catalina Labouré, en la Rue du Bac, en París.