El miércoles santo, día 23 de marzo, llegamos 26 personas, entre jóvenes, Hijas de la Caridad y un servidor, al Colegio la Marina de Torre de Benagalbòn (Málaga). Cada uno tenía su propia motivación al participar de la Pascua de Juventudes Marianas Vicencianas (JMV), en este dichoso y especial año de misericordia de 2016. Pero las diversas motivaciones confluían en el tema propuesto desde el Secretariado Nacional de JMV: “Horizontes de misericordia”.
Veníamos al encuentro con el Dios de la misericordia que sale a buscarnos todas las veces que sean necesarias y que nos invita a participar de la fiesta. Nos fijamos en la actitud humilde y de plegaria del buen ladrón y en la actitud sincera de Zaqueo (pecado, perdón, conversión) buscando a Jesús.
El día 26, sábado santo, supimos que el encuentro con el Dios misericordioso está en el acercamiento al pobre y en la Eucaristía que nos impulsa al servicio de los más abandonados. Gran simbolismo y fuerte e intensa oración en la llamada Hora Santa, al igual que en el Via Crucis, en el gran silencio ante la cruz, en el desierto y en la oración de soledad con María.
No me detengo a relatar la profundidad en las celebraciones litúrgicas de estos días porque hablan por sí solas y tienen tal carga profunda de teología, de espiritualidad y de misterio que las palabras se quedan necesariamente cortas.
En definitiva, la Pascua de JMV en Torre de Benagalbón ha resultado una corriente de aire fresco y renovador que nos ha impulsado a seguir en la brecha de irradiar misericordia, amor y reconciliación durante este año especial que estamos viviendo. Un abrazo. Y feliz Pascua de Resurrección a todos.
José Mazuelas, C. M.